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KERVIN PIÑERÚA, El Muchacho Grande de El Guapo



Nació en Caracas, el 22 de febrero de 1991, fue bautizado con el nombre de Kervin Martín Piñerúa Urbina. El nombre “Martín” lo eligió su madre, Viky, tras encomendarse en el momento del parto a la intercesión de San Martín de Porres, santo venerado en su hogar.
 Kervin creció junto a su familia en El Guapo, un pequeño pueblo del Estado Miranda, en Venezuela. Allí fue travieso y juguetón, como todo niño de estos pueblos barloventeños. Junto a su hermano Kenny, primos y amigos formaba grupos de entretenimiento por las tardes, destacando los juegos tradicionales como “el escondite”, “la ere”, “el perolito”, entre otros. Las calles guapeñas del sector pueblo abajo fueron testigos de sus carreras y gritos, y quienes habitaban allí no dudaban en llevar las quejas hasta conocimientos de su abuela Estílita, quien con un ocasional regaño exigía mejor comportamiento en las calles, ya que se rumoraba sobre la participación de él y sus amigos en las molestias causadas a una anciana del sector.
Cursó la etapa de la educación primaria en la Escuela Básica Felipe Neri, donde avanzó de la mano de maestras como Irma Pinto, Milagros Lozada, Cruz de Ordaz, entre otras. En la escuela era participativo y elocuente, formaba parte de las clases de danzas, música y teatro, también se destacaba en los eventos deportivos y de juegos tradicionales.
Así como en la escuela, también participó en grupos del mismo tipo dentro de la comunidad, en agrupaciones artísticas y equipos deportivos, especialmente en las disciplinas de  béisbol y atletismo, ésta última llevándolo a participar en encuentros regionales y nacionales formando parte la Escuela de Atletismo del Municipio Páez, con sede en Río Chico.
En su adolescencia, cursó estudios en la Unidad Educativa Amelia Ferrer, donde avanzó en su formación académica y a la vez, mezclando los estudios con la práctica de actividades deportivas, manteniendo el atletismo entre sus grandes pasiones y el voleibol, que comenzó a practicar de la mano de la Prof. Milena Domínguez, formando parte del grupo de estudiantes amelianos que representó a Barlovento en los Juegos Estadales Escolares para el período 2004-2005.
Junto a sus amigos del pueblo y compañeros del equipo liceísta, improvisaba una cancha de voleibol en cualquier esquina, toda hora era propicia para realizar encuentros de éste tipo, que luego fueron compartiendo con los adultos, quienes tenían mayor experiencia y habilidades. Entonces comenzaron a ser más concurrentes las participaciones de Kervin en los encuentros de voleibol en otras comunidades como Nuevo Guapo, San Fernando, Río Chico, Cúpira, entre otros.
La fidelidad con la que se dedicó a la práctica del voleibol y las grandes habilidades que desarrolló en la disciplina, además de su poderoso salto vertical para el remate, con apenas 14 años lo llevaron a formar parte de la selección del municipio Zamora del Estado Miranda, y en poco tiempo de la selección del Estado Miranda. Apenas comenzaba a cursar noveno grado de educación básica cuando debió cambiar de residencia, a continuar con sus estudios de bachillerato, los cuales  culminó en la Unidad Educativa El Pinar, en Caracas, de donde egresó como Bachiller en Ciencias mientras combinaba el liceo con las prácticas de voleibol en el IND. Posteriormente ingresó a la Universidad Central de Venezuela, allí cursó los primeros semestre de Computación, aunque su sueño siempre fue estudiar Arquitectura.
Piñerúa participó en múltiples eventos a nivel nacional y más adelante llegaría a la cúspide del deporte venezolano, ingresando a la Selección Nacional de Voleibol Masculino.
Este muchacho guapeño también fue jugador del equipo Vikingos de Miranda  y del Varyná Voleibol Club de la Liga Venezolana de Voleibol. En el año 2011, formó parte de la renovación de la selección nacional iniciada por el entrenador cubano Gilberto Herrera y en el Campeonato Suramericano de Cuiaba, Brasil, condujo a la selección nacional hasta la medalla de bronce y fue elegido mejor servidor del campeonato.
 En el mundial de Polonia 2015, el #10 de la selección venezolana fue el más destacado entre su grupo, con 92 puntos, producto de 77 remates, siete bloqueos y ocho servicios efectivos. No pudo clasificar a la selección nacional a los juegos Olímpicos de Río en el preolímpico de Vargas, en el que de nuevo fue la gran figura del voleibol.
La mayor parte de su carrera deportiva la hizo fuera de Venezuela en clubes como SOS Villa María (Argentina), Galatasaray (Turquía), Pallavolo Matera (Italia), VK Prievidza (Eslovaquia), Zahara Club (El Líbano) y Afyon  Belediye Yuntas (Turquía).
Entre sus grandes hazañas, destacan los reconocimientos como Mejor opuesto del Campeonato Sudamericano de Voleibol Masculino Sub-21 en el año 2010, Jugador más valioso de la Copa Panamericana de Voleibol Masculino Sub-21 (2011), Mejor opuesto del Torneo Sudamericano de Clasificación de Voleibol a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en el año 2015. Figuró como Atleta del Año desde el año 2007.
Pese a sus compromisos internacionales, además de los que tenía con los equipos de Venezuela, Kervin aprovechaba cada instante que le fuera posible para disfrutar de la vida libremente, visitando lugares fantásticos, recorriendo ciudades y pueblos, participando en manifestaciones culturales y religiosas, junto a familiares y amigos, que cada día aumentaban en cantidad, distribuidas en todo el mundo, incluso, en ciudades que no visitó. Humildad y felicidad plena, son las primeras expresiones sobre él de quienes compartieron a su lado, destacando su sonrisa tímida y su risa escandalosa. En El Guapo, cuando se anunciaba su visita se preparaban reuniones y festejaban la llegada del gigante “patas largas”, como también le llamaban sus amigos, su abrazo alcanzaba para todos. Piñerúa fue grande, más que por sus 193 centímetros de estatura, por su gran corazón y su sincera amistad.
Según la revista deportiva turca Fanatik, Piñerúa, luego de un entrenamiento junto al equipo Afyon, manifestó malestar en su cuerpo hasta el punto de ingresar en el hospital aquejado de alta fiebre, la cual empeoró durante esa noche. Sorpresivamente, un golpe tan fuerte como un súbito infarto, acabó con la vida y carrera profesional de Kervin Piñerúa el 18 de noviembre del año 2016, despidiéndose de la vida a los 25 años.
Tras largos días de espera y desconsuelo, familiares, amigos, compañeros, instructores y seguidores dieron el último adiós al capitán de la selección nacional de voleibol. En el salón Gastón Portillo del I.N.D. se le rindieron homenajes que luego continuarían en su amado pueblo; ovacionando el paso de la caravana fúnebre seguidores de Caracas, Guarenas, Guatire y todo Barlovento, hasta llegar a El Guapo, donde una multitud acompañó en oración y cantos, entre lágrimas y llanto, en la despedida a Kervin, el muchacho grande de El Guapo que un día salió de ésta tierra cargado de sueños y entero amor por el voleibol. Sus restos reposan en el cementerio de El Guapo desde el 27 de noviembre de ese año, descrito por pobladores como uno de los días más tristes que se hayan vivido en el pueblo.
En su memoria y honor, se entregó a sus familiares la Orden post mortem José Félix Ribas en su primera clase y la Orden Francisco de Miranda; la F.V.V. anunció el retiro del número 10 de sus camisetas siguientes, siendo Kervin Piñerúa el eterno #10 de la Selección Nacional de Voleibol. Se asignó su nombre al Gimnasio Vertical que se encuentra en Río Chico, en el resto del país se asignó también su nombre a múltiples canchas y centros deportivos. En El Guapo, nace la Fundación Kervin Piñerúa, que tiene como principal objetivo fomentar la práctica de actividades deportivas en todas sus especialidades y categorías y mantener vivo el ejemplo de vida y constancia de Kervin. En las instituciones educativas de la zona, especialmente las de El Guapo, se plantea como tema de aula conversatorios y actividades varias sobre éste insigne deportista, quien además se recuerda por su especial sentido de humildad.

Nota del autor: “Haber conocido a Kervin fue de los grandes honores que he tenido; además de ser su amigo y compañero, nos hicimos compadres y seguidores, pues admirábamos el trabajo que cada uno realizaba. En mi mente siempre estará presente, y el deseo de volver a hablarle solo se cumple en sueños ocasionales. La grandeza de Piñerúa, como fue conocido mayormente, abarca más allá de su estatura, plasmada en saltos extraordinarios y remates perfectos, cargada de emociones compartidas y de infinitos recuerdos de nuestra infancia. Hasta el sol de hoy no he podido comprender su pronta partida”.
Luis Enrrique Díaz

15/11/2017

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