La Batalla de El Guapo, (1903)

La Batalla de El Guapo. Abril, 1903

Luis Enrrique Díaz (2016)

Nicolás Rolando, hijo de Barcelona (Estado Anzoátegui). Estuvo al mando del ejército de la Revolución Libertadora en la Batalla de El Guapo.

Juan Vicente Gómez, encomendado por Castro para dirigir a los soldados del Gobierno Liberal Restaurador en la Batalla de El Guapo


Habían pasado los tiempos de las guerras de la Independencia y la Federación. Un día de 1903, se inicia la Batalla de El Guapo, dicha contienda comenzó a librarse en el sitio denominado La Española. La presencia ostentosa de la Revolución Libertadora encabezada por los generales Manuel Antonio Matos y Nicolás Rolando, entre otros, que tenía acampados grupos de tropas en algunos lugares estratégicos del Este mirandino, comenzó a alterar la normalidad.
Habían pasado ya una serie de enfrentamientos entre los revolucionarios y las tropas de Juan Vicente Gómez. Proveniente de Carenero, una vez dueño de Río Chico, el general Gómez se enteró que sus adversarios se habían atrincherados en El Guapo, y él sin pensarlo mucho, deja un batallón en la Plaza conquistada y establece su cuartel general en la aldea Santa Bárbara. El día 11 de Abril de 1903, utilizando la calma, sus tropas se dirigen a tomar El Guapo, una columna de ellas marcha por un camino vecinal accidentado que conducía al vecindario Quebrada Honda, otra columna marcha por el camino real hasta El Cristo.

Soldados de las Tropas de Castro, comandadas por Juan Vicente Gómez

En horas de la tarde de ése día comienza a librarse la Batalla de El Guapo, en La Española se oyeron disparos de fusil y más tarde llegan muchos heridos; pero los jefes de la revolución confían en la victoria abrumadora. La lucha comenzaba, aseguran ciertos autores que allí se enfrentaron seis mil hombres del Gobierno Liberal Restaurador y diez mil hombres de la Revolución Libertadora, la mayor parte de ellos rolandistas. Las tropas del liberalismo restaurador atacaron fuertemente a los revolucionarios; pero estos, al grito de ¡abajo los andinos! Repelieron el ataque con decisión y bravura. La batalla fue bastante dura y llena de alternativas, pero el día transcurrió sin que ninguno de los contendores cediera sus posiciones.
En esa contienda murieron muchos soldados, en su mayoría enterrados en el cementerio de El Guapo. Era de noche y todavía la pelea seguía, las baterías gobiernistas hacían sentir sus terribles cañones; por todas partes se hacían preparativos para la defensa de la plaza y se notaba la llegada de numerosos heridos.
En apoyo a los combatientes, el padre Arteaga y el Presbítero Silvestre Bazo servían de apoyo a los médicos en la atención de los heridos, que eran muchos en ése entonces, quienes eran atendidos en recintos médicos y quirófanos improvisados. Ante tales circunstancias, los dos curas citados convirtieron el templo guapeño en un anexo del hospital.
Había amanecido, 12 de Abril de 1903, el sol de la mañana secaba con sus tibios rayos el rocío de las plantas, y las cuestas guapeñas dejaban ver grandes manchas de sangre humana. Gómez recibió refuerzos y municiones provenientes desde Río Chico, lo que le permitió continuar sus ataques infructuosos al bastión revolucionario que no cedía terreno ni daba respiro. El combate seguía, y aquella mañana el general Gómez, bien informado de algunas manifestaciones de descontento que habían en el campo enemigo, ordenó estrechar el cerco de El Guapo; ese día sus tropas que estaban acampadas en El Cristo, avanzaron  y se apoderaron de Guarenero, lugar inmediato a El Guapo. Y ése otro día al amanecer, los “castristas” que estaban en Quebrada Honda, se adueñaron del Cerro Cubalé; para allí castigar al enemigo con un intenso fuego de artillería.
Gómez estaba preocupado. La lucha entraba en una etapa dura y decisiva, centenares de muertes de ambos bandos se veían en el campo de batalla. También numerosos heridos colmaban el improvisado hospital de los revolucionarios, y el tren constantemente viajaba a Río Chico llevando heridos gobiernistas. El general Rolando andaba nervioso, era el tercer día de la pelea, por un tris no murieron alrededor de trescientos niños que estaban refugiados en la iglesia, por recomendación del cura párroco y aceptación de la autoridad civil, cuando una bala de cañón se llevó el viejo campanario, construido en la época colonial.
Sucedió precisamente lo que tanto temía el comandante Ruperto Hernández, cundió el pánico, y por su causa, murieron 17 niños y 32 quedaron heridos, al tratar de abandonar precipitadamente el templo cristiano; los demás niños aterrorizados se lamentaban y lloraban. Aquel día, muchos soldados corrían de un lugar a otro, y era que el general Secundino Torres, atrincherado en Cerro Cubalé, cañoneaba a El Guapo sin compasión.
En la madrugada del 13 de Abril las fuerzas de Rolando iniciaron por el ala derecha un fuerte y sostenido ataque que hizo quebrar el ala izquierda  gubernamental; ésta fue batida por completo, y en el asalto murió su jefe, el general Secundino Torres. Los soldados revolucionarios dañaron en gran parte al ejército castrista, quienes derrotados llegaron a Santa Bárbara con la noticia de la muerte de su jefe y afirmaron que los revolucionarios habían recibido refuerzos. Al enterarse de esto, Gómez ordenó comenzar a regresar a Río Chico y comenzó a organizar una honrosa retirada, pero en ese momento, el coronel Hermes Rojas le dio la noticia de que los revolucionarios se estaban retirando de El Guapo, por caminos trillados y veredas que confluían al pueblo. Aquella  noticia era cierta.
Finalizando la tarde, las tropas de Gómez iniciaron un fuerte y desesperado contraataque que logró hacer retroceder las fuerzas revolucionarias hacia sus posiciones en El Guapo. El 14 de Abril Nicolás Rolando se declaró en retirada por falta de municiones para continuar la lucha, y porque al conocer la noticia de que el general Ortega Martínez había sido derrotado por el general Pérez Bustamante en Palmira, donde ambos combatían, no podía por consiguiente esperar ningún apoyo de su parte. Rolando se retiró de El Guapo con buena parte de sus efectivos, sin ser perseguidos por las tropas de Gómez.
El general Juan Vicente Gómez, con la alegría que se disfruta en una ocasión como ésta, en seguida se montó en su caballo y dio la orden de marchar con celeridad a El Guapo. Toda la tropa tomó el camino real para ir a celebrar la victoria, en pleno corazón de la plaza conquistada. El  general Gómez, en ése momento era dichoso.
El día 14 de Abril de 1903, había terminado la batalla de El Guapo que comenzó el 11, los revolucionarios huían sin rumbo ni destino, y “El Constitucional” periódico de Caracas, tituló: “Terminó la pelea de El Guapo. Los guaturos huyeron despavoridos”.



Reseña tomada de los libros:
Las Raíces de El Guapo. Amado Cornielles. (2007) Pág. 27-64

Las guerras de los caudillos. Edgar Esteves González. (2006) Pág. 135-137

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