En un valle mirandino,
donde hay un niño sagrado,
vive gente parrandera
que con una tez guerrera
su tesoro han conservado.
Cuando llega el mes de enero
hay una fecha esperada,
todos recargan sus fuerzas
y aún con situaciones adversas,
dan inicio a la velada.
Tengo amigos parranderos
que este suelo han dejado,
después del último adiós,
y serán siempre recordados.
Tengo amigos parranderos
que por acometividad,
tienen vida diferente
y anhelando abrazar a su gente,
hoy no tienen libertad.
Otros tantos que no han querido
de su pueblo separarse.
Por distintas realidades,
lejos de familias y amistades,
tienen fe de reencontrarse.
Tengo amigos parranderos
que me encuentro cada día,
cuando la amistad se aprovecha,
y me llenan de alegría.
Esta noche se improvisa
y yo me siento orgulloso,
que vengan los tamboreros.
Tengo amigos parranderos
y tengo un Niño milagroso.
Luis Enrrique Díaz
Enero 2020
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