El templo que nos dejó el Padre Francisco Zaldívar. Obra desaparecida, tras ser demolida en el año 1967.
Una vez ordenada la creación de un pueblo por los españoles, se hiciera esta por Capitán fundador o por autoridad eclesiástica, debía cumplirse uno de los propósitos fundamentales de la conquista, que era la evangelización. Por eso, inmediatamente se escogía el sitio para la construcción de la iglesia y se edificaba según las posibilidades de la nueva villa.
Dado lo perecedero de los materiales utilizados en ese entonces: barro, madera y palmas generalmente, las construcciones se deterioraban rápidamente y era necesario acometer las debidas reparaciones, lo que constituía un problema dado el estado de pobreza de los habitantes, los cuales tenían que contribuir con un porcentaje de los gastos.
Las primeras referencias sobre un templo en El Guapo datan del año 1784, cuando el Obispo Martí realizó un peregrinaje a lo largo de la mayor parte de la Capitanía de Venezuela, y sobre su memorable visita al pueblo escribió: “…procedió su señoría ilustrísima a la visita de una capilla, donde se celebraban las funciones eclesiásticas por no estar edificada la iglesia parroquial… la citada capilla provisional es de paredes de bahareque y techo de palma con una pequeña sacristía de semejantes materiales y un solo altar…”
Así pasaron muchos años, presuntamente más de un siglo, entre reparaciones y más reparaciones hechas por sus propios habitantes y con ayudas de la comunidad eclesiástica. Los sacerdotes de turno en el pueblo hicieron múltiples solicitudes para mejorar las condiciones del templo, razones que no eran atendidas, desconociendo los motivos.
Pavel Hidalgo (1993), afirma que las últimas referencias en el siglo XIX sobre la Iglesia de El Guapo, son documentos de la década de los años 50, como una carta firmada por el Pbro. José González, cura de Río Chico y párroco interino de El Guapo, fechada el 17 de mayo de 1853:
“… La iglesia de bahareque pequeña nueva cubierta de palma y sin componer el piso, con una puerta sin aldaba ni cerradura y los boquetes para las otras puertas sin ninguna reja y descubierta por detrás de la sacristía, por donde entra toda clase de animal…”
El Padre Francisco Zaldívar, cuando llegaba a éste hermoso valle en el año 1904, levanta un informe donde destaca: “…cuando yo me encargué de este templo no encontré inventario a no ser un cáliz de lo más sencillo, una custodia vieja más inútil que útil, más imágenes antiguas en mal estado y un templo cayéndose que por fin se vino al suelo. En el año 51 (1851) cuando se separó de aquí el último cura parece que se llevaron todo de algún valor…”.
Como bien sabemos, el Padre Zaldívar fue un visionario, empeñado en hacer óptimas las condiciones de vida del pueblo que sería su hogar durante más de 24 años. Una de las obras que lideró fue la construcción de un templo digno, el cual para el año 1915 quedaría edificado con mucha simetría arquitectónica. De manera sincera afirman algunos parroquianos, que según testimonio de los abuelos, los progenitores del Padre Francisco Zaldívar le enviaban dinero desde España para dicha obra y los feligreses lo apoyaron con optimismo. En los años siguientes continuaron haciéndose mejoras y puliendo detalles del nuevo templo y sus alrededores.
Amado Cornielles (2007), relata que causaba admiración oír predicar al Padre Zaldívar en su Iglesia sin par; que lucía un vistoso techo de tablas finas y piso de cemento romano; templo católico admirable que él construyó con mucho esfuerzo. Ése templo, al decir del sacerdote Tornero: “se veía lindo, pequeño y con techos de buena madera. El altar mayor tenía una imagen del Sagrado Corazón, en el centro a la derecha la Virgen de la Candelaria y a la izquierda a San Felipe Neri, el patrono de todos los guapences.”
Víctor Armas (2021), en su niñez, veía esta iglesia como un castillo, con tres puertas y arcos grandes. Por la puerta principal, la del centro, generalmente transitaban las personas al asistir a misas, cuando salían en procesiones y cuando había algún sepelio. “La iglesia contaba con muy buena iluminación natural y con una acústica mejor que la actual, el cura podía dar la misa sin micrófono y se oía en todos los rincones”, afirma Papiro.
También Carlos Mejías (2021) agrega “… era una iglesia imponente, construida por los mismos pobladores y dirigida su construcción por el Padre Zaldívar; parecía una iglesia mágica. Su acústica era muy especial, se sentía que las paredes hablaban con uno; se recibía un eco extraordinario y melódico en nuestros oídos, era como un arrullo para nuestras almas.
La Iglesia construida en tiempos del Padre Zaldívar tenía un porche cercado con una pared de ladrillos frisados, dicha pared poseía una estructura de hierro forjado en su tope. En la entrada del porche había una reja que resguardaba un precioso jardín.
Con su precioso diseño, resaltaban sus tres puertas principales, que llevaban a tres naves internas. Una nave central, que era más grande, y dos laterales (una a la izquierda y otra a la derecha). En la parte superior de la pared que constituía la fachada de la Iglesia estaban grabadas, en relieve, imágenes de dos ángeles, uno a la izquierda y otro a la derecha. Uno tenía en sus manos un instrumento parecido a un bandolín o una lira y el otro tenía una especie de trompeta.
Al entrar a la iglesia, se divisaba en el fondo el altar, alto y amplio, de madera labrada, pintada de tal manera que parecía oro. Detrás del altar había una escalera para subir a un balcón que estaba en la parte de atrás de la Iglesia. De igual manera, a un lado del altar había una puerta pequeña que conducía a un cuarto donde guardaban las imágenes de los santos viejos y rotos. Ese cuarto era tan oscuro y misterioso que daba miedo entrar en él.
Para acceder al altar, había que traspasar una baranda con barrotes de madera tallada, de aproximadamente un metro de altura con una reja batiente en el centro. Allí, frente a los reclinatorios, sobresalía la custodia del Santísimo Sacramento, un cofre pegado a la pared que resguardaba diversas copas, rodeado de decenas de adornos de estilo gótico y otros detalles que hacían mágico el lugar, con sus detalles dorados y brillantes.
La pila bautismal quedaba al entrar a la iglesia, al lado derecho. Su base era como una mesa de madera y arriba tenía una ponchera de mármol. Cerca de ella había una nítida fotografía de Pío X (Papa de 1903 a 1914), la cual colocó el Padre Zaldívar en esta Iglesia acompañado de muchos cristianos, un día hermoso y lleno de sol de 1906.
Otro aspecto relevante de esta desaparecida construcción era el púlpito. Estaba ubicado en una esquina, en la parte izquierda de la Iglesia, cerca del Altar. Era de madera tallada con una escalera en forma de caracol. Lo utilizaba el obispo los 26 de mayo para dar su sermón el día del santo patrón San Felipe Neri.
A mano derecha, frente al púlpito se ubicaba un órgano musical, cuyo sonido causaba una sensación divina, espiritual, que cautivaba a la feligresía en las celebraciones religiosas. Algunos curas que poseían nociones musicales ejecutaban este grandioso instrumento, sin embargo, un señor llamado Carlos José era el más destacado, deleitando a los asistentes a las misas en honor a San Felipe Neri o la Virgen de la Candelaria, relata Papiro.
El confesionario quedaba al fondo, a mano derecha de la Iglesia. Destacaban sus acabados en madera tallada, con sus reclinatorios impecables.
La Iglesia y la casa parroquial conformaban una misma estructura. El campanario quedaba a la derecha de la entrada de la iglesia, con la misma altura que la nave central del templo. Tintineaban tres campanas de bronce (dos grandes y una pequeña) y su sonido se escuchaba limpio y muy lejos. Estas campanas desaparecieron y pareciera no quedar rastros, aunque algunos aseguran haber visto una de ellas en una casa ubicada a orillas de la Carretera hacia Río Chico.
El 16 de diciembre de 1967 se agrietó la pared del ala derecha, producto de una gotera, según relato del Sr. Guillermo Landaeta (2021) terminando de derrumbarse por temor a su desplome, tras la decisión de algunas personas de la población. Hoy en día muchos lamentan esta medida y cuestionan la desaparición de este templo.
Hasta entonces, se vieron las paredes de tapia con sus casi sesenta centímetros de espesor soportar el templo construido en tiempos del Padre Francisco Zaldívar, a pesar de su fuerte consistencia sostenida en piedras y ladrillos no se logró aprobación para su recuperación sino para su completa demolición. Tico (2021) comenta lo siguiente: “Yo estaba al frente de la casa de la cultura cuando cayó la pared. ¡Que lástima que no había sentido de lo importante de mantener la estructura!, pudo haberse reconstruido igual.”
Cuando se derribaba la iglesia, algunas personas comentaron haber encontrado monedas de plata, piezas de oro y otras reliquias. Incluso Papiro afirma haber tenido en sus manos “algo como un rosario, que luego destartalamos para extraer unas piedras bonitas que tenía (…) todo eso lo botamos en juegos de muchachos, no sabíamos lo que teníamos en las manos”.
Carlos Mejías comenta: “Yo era un niño para ese entonces y con mucha tristeza presencié su demolición en la que trabajó mi tío José Nadales, alias tractor, quien encontró algunas morocotas de oro en sus paredes. Éramos muy muchachos para impedir su demolición y luchar contra unos personeros que decidían todo en el pueblo.”
Así se conserva la memoria de este lugar mágico, de aspecto imponente que una vez tuvimos en nuestro pueblo entre los años 1915 y 1967.
Amado Cornielles. Las Raíces de El Guapo (2007)
Vicente Gutiérrez Rodríguez. Barlovento: Cuatro pueblos, una historia.
Pavel Hidalgo Correa. El Guapo: guía a sus fuentes documentales. (1993)
Con la colaboración de Víctor Manuel Armas (Papiro), Carlos Mejías (Carlos Bola), Guillermo Landaeta y Luis Alberto Hernández Cumana (Tico).
Luis Enrrique Díaz
Marzo 2021
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