Los
guapeños nos sentimos honrados de haber nacido en el suelo que bendijo un día
el joven sacerdote diocesano Francisco Zaldívar, hijo de una Provincia Española
(Vitoria o Vizcaya, en proceso de confirmación).
Zaldívar
llegó a El Guapo en el año 1904, y durante más de 24 años llevó las riendas de
la Iglesia San Felipe Neri de El Guapo, compartiendo con los pobladores y
promoviendo la fe en los que le rodeaban, hasta la hora de su muerte, en
noviembre del año 1928.
Nos
cuenta Amado Cornielles, en su libro “Las Raíces de El Guapo”, que el Padre
Zaldívar concurría mucho los caseríos cercanos a El Guapo, trasladándose en el
ferrocarril o paso a paso con su mula “chucha”. Entre estos caseríos se
encuentra San José, donde predicaba con amor el Padre Zapico desde el año 1913.
Las visitas eran mutuas, y en la historia de El Guapo figuran, entre otros
hechos, los recorridos en canoa por los caseríos cercanos al Río Guapo en el
año 1920, las fiestas patronales del año 1927 y las fiestas de la Virgen de
Candelaria en el año siguiente.
En
un folleto impreso en el año 1992 (desconozco su autor), nos relatan que Fray
José Zapico nació en Levinco, pueblo Asturiano en el año 1883. Era un hombre
alto, delgado, asceta de cuerpo y espíritu, quien llegó en el año 1913 a tierra
venezolana, siendo asignado a una Iglesia en Barlovento, específicamente en el
pueblo de San José, donde volcó su corazón de apóstol. Durante 10 años trabajó
con esfuerzo en la construcción del templo parroquial: cargó arena, coció
ladrillos junto a los pobladores.
Las
labores y el amor impartido por el Padre Zapico coinciden mucho con las obras
recordadas del Padre Zaldívar, quien también durante mucho tiempo forjó
beneficios para el pueblo guapeño, dejando un legado más allá de lo espiritual
plasmado en obras que ayudaron y sirvieron durante años a la comunidad.
Tras
su muerte, los restos del Padre Zaldívar fueron enterrados en el cementerio
local, luego la feligresía mudó su tumba producto de la construcción de un
nuevo cementerio y finalmente realizaron los trámites para llevar sus restos al
templo parroquial, donde reposan actualmente. Caso similar sucedió con el Padre
Zapico; sus restos fueron enterrados en el Cementerio General del Sur, en
Caracas, y luego de las respectivas diligencias, años más tarde, fueron traídos
a suelo barloventeño.
Zapico
y Zaldívar, jóvenes sacerdotes, fueron indiscutiblemente servidores de Dios en
manos del pueblo barloventeño.
Gracias,
Fanni, por el folleto.
Luis Enrrique Díaz
26 de julio de 2024
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